Mostrando las entradas con la etiqueta Nazim Hikmet. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Nazim Hikmet. Mostrar todas las entradas

domingo, 14 de abril de 2013

Nazim Hikmet






Nací en 1902.
A mi cuidad natal nunca volví
porque no soy afecto a los regresos.
A la edad de los tres años, en Alepo, 
mi profesión fue nieto de pachá.
A los 19 años, estudiante 
en la Universidad comunista de Moscú.
A los 49 años, en Moscú, invitado del Comité Central.
Y, desde los catorce años, mi oficio es de poeta. 

Hay gentes que conocen las distintas variedades de los peces; 
yo, de las separaciones.
Hay quien sabe los nombres de todas las estrellas, de memoria;
yo, los de las nostalgias.

Viví en inquilinatos, en cárceles y en hoteles de lujo.
He conocido el hambre, también la huelga de hambre,
y no hay comida cuyo sabor ignore.
Cuando tenía treinta años, decidieron detenerme;
a los 49, decidieron darme el Premio Mundial de la Paz,
y me lo dieron.
Teniendo 36, recorrí cuatro metros cuadrados de hormigón 
en seis meses.
A los 59, volé en 18 horas desde Praga a La Habana.
A Lenin no lo vi, pero en 1924
monté guardia junto a su catafalco.
En 1961, el mausoleo que visito son sus libros.

Se ha hecho mucho por apartarme de mi Partido:
eso nunca funcionó
ni me aplastaron ídolos que caen.
    
En 1951, con otro camarada, fui por mar hacia la muerte.
En 1952, fisura al corazón: tendido de espaldas,
esperé a la muerte cuatro meses.

Llegué estar loco de celos por mujeres que amé.
Yo no le tengo un ápice de envidia ni a Charlot *.
Engañé a mis mujeres,
pero nunca hablé mal a espaldas de un amigo.
He bebido sin volverme un borracho.
Felizmente, siempre gané mi pan con el sudor de mi frente.
Si alguna vez mentí, fue sintiendo vergüenza por el prójimo.
He mentido por no apenar a otro.
Y también he mentido sin razón.

Viajé en tren, en avión y en automóvil,
lo que no puede hacer la inmensa mayoría de la gente.
He asistido a la Ópera, 
donde no puede ir la mayoría de la gente, 
que hasta ignora ese nombre. 
Pero allí a donde va la mayoría de la gente
no he vuelto a ir desde 1921;
mezquita, iglesia, sinagoga, templo, casa del adivino.
Aunque a veces leo la borra del café.

Me publican como en 40 idiomas,
pero en Turquía estoy prohibido
en mi propio idioma.

No he tenido cáncer, hasta ahora,
ni es forzoso que lo tenga,
y no seré primer ministro o algo así,
ni siento la menor inclinación
por ese tipo de ocupaciones.

No he peleado en la guerra,
no he bajado de noche a los refugios
ni anduve los caminos del éxodo
bajo aviones que vuelan a ras del suelo.
Y, casi sesentón, me siento enamorado.

En suma, camarada:
este día, en Berlín, muriendo de nostalgia
como un perro,
no puedo decir que viví como un hombre,
pero lo que me queda por vivir
y lo que pueda sucederme,
          ¿chi lo sa?


* El personaje creado por Chaplin.


Nazim Hikmet, Salónica, Imperio Otomano, 1901- Moscú, 1963
imagen: Autorretrato, Nazim Hikmet en su celda de prisión, 1946